miércoles, enero 25, 2006

Jorge Teiller

Jorge Teillier
(Lautaro, 1935 - Cabildo, 1996)

Profesor de Historia y Geografía, egresado de la Universidad de Chile. Fue director de la revista Orfeo y del Boletín de la Universidad de Chile. Publicaciones: “Para ángeles y gorriones”. Stgo.: Ed. Puelche, 1956. “El árbol de la memoria”. Stgo.: Arancibia Hnos, 1961. Poemas del país de nunca jamás. Stgo.: Arancibia Hnos, 1963. Poemas secretos. Ed. de los Anales de la Universidad de Chile, 1965. “Crónica del forastero”. Stgo.: Arancibia Hnos, 1968. “Muertes y maravillas” Stgo.: Edit. Universitaria, 1971. “Para un pueblo fantasma”. Valparaíso: Ed. Universitarias de Valparaíso, 1978. “Para hablar con los muertos” (antología). México: Ed. el Oso Hormiguero, 1979. “Cartas para reinas de otras primaveras”. Stgo.: Ed. Manieristas, 1985. “Los dominios perdidos” (antología). Stgo.: FCE-Chile, 1992. “El molino y su higuera”. Stgo.: Ed. Del Azafrán, 1993. Hotel nube. Ed. Lar, 1996. “En el mudo corazón del bosque”. Stgo.: FCE-Chile, 1997. Traducido a más de 11 idiomas: inglés, francés, alemán, rumano, entre otros.
Premios: “Gabriela Mistral” (1961). “Municipal de Santiago” (1961). “Crav” (1968). “Juegos Florales” de la revista Paula (1976). “Eduardo Anguita”, concedido por la Editorial Universitaria (1993). “Consejo Nacional del Libro” (1993).

Selección

Pequeña confesión
En memoria de Serguei Esenin

Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Tal vez nunca debiera haber dejado
El país de techos de zinc y cercos de madera.

En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.

Desperté con ganas de hacer un testamento
– ese deseo que le viene a todo el mundo –
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.

Todo lo que se diga de mí es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.

“Es mejor morir de vino que de tedio”
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones.
Tal vez nunca debí salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo.
Donde crecen mis iniciales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana.

El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido,
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.

Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mío el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

Como de costumbre volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.


Nueva York 11

Aturdidos, ciegos vagabundos de la nada.
¿Cómo están, mis mejores y únicos amigos?
¿Cesantes como yo? ¿Debo leer avisos económicos?
¿Ir a sentarme al Parque o jugar una fija el domingo?

Tal vez estudiar Meditación Trascendental:
son fáciles los viajes al Oriente.
Pero Santiago está en primavera y tú en las cunetas
y en el futuro las embajadas o el Hogar de Cristo.

¿En quién confiar? ¿En mujeres de sal?
¿O que alguna vez cante el Zorzal Criollo?
Ya ni siquiera sabes cuándo la tierra viste de túnica
/amarilla
o escoge ponerse el sayal franciscano.
No es fácil contar sólo con una sonrisa rota
y tras cartón decirle a la gente
que ya bajó el telón y te vas con los tuyos
los gaznápiros, los aturdidos, los ciegos vagabundos
de la nada
.


Sin señal de vida

¿Para qué dar señales de vida?
Apenas podría enviarte con el mozo
un mensaje en una servilleta.
Aunque no estés aquí.
Aunque estés a años sombra de distancia
te amo de repente
a las tres de la tarde,
la hora en que los locos
sueñan con ser espantapájaros vestidos de marineros
espantando nubes en los trigales.


No sé si recordarte
es un acto de desesperación o elegancia
en un mundo donde al fin
El único sacramento ha llegado a ser el suicidio.


Tal vez habría que cambiar la palanca del cruce
para que se descarrilen los trenes.
Hacer el amor
en el único hotel del pueblo
para oír rechinar los molinos de agua
e interrumpir la siesta del teniente de carabineros
y del oficial del Registro Civil.


Si caigo preso por ebriedad o toque de queda
hazme señas de sol con tu espejo de mano
frente al cual te empolvas
como mis compañeras de tiempo de liceo.
Y no te entretengas
en enseñarle palabras feas a los choroyes.
Enséñales sólo a decir Papá o Centro de Madres.
Acuérdate que estamos en un tiempo donde se habla
/en voz baja
y sorber la sopa un día de Banquete de Gala
significa soñar en voz alta.


Qué hermoso es el tiempo de austeridad.
Las esposas cantan felices
mientras zurcen el terreno único
del marido cesante.


Ya nunca más correrá sangre por las calles.
Los roedores están comiendo nuestro queso
en nombre de un futuro
donde todas las cacerolas estarán rebosantes de sopa,
y los camiones vacilarán bajo el peso del alba.


Aprende a portarte bien
en un país donde la delación será una virtud.
Aprende a viajar en globo
y lanza por la borda todo tu lastre:
Los discos de Joan Baez, Bob Dylan, los Quilapayún,
aprende de memoria de los Quincheros y el 7º de Línea.
Olvida las enseñanzas del Niño de Chocolate, Gurdgieff
o el Grupo Arica,
quema la autobiografía de Trotsky o la de Freud
a los 20 poemas de Amor en edición firmada y numerada
por el autor.


Acuérdate que no me gustan las artesanías
ni dormir en una carpa en la playa.
Y nunca te hubiese querido más
que a los suplementos deportivos de los lunes.


Y no sigas pensando en los atardeceres en los bosques.
En mi provincia prohibieron hasta el paso de los gitanos.


Y ahora
voy a pedir otro jarrito de chicha con naranja
y tú
mejor enciérrate en un convento.


Estoy leyendo El Grito de Guerra del Ejército de Salvación.
Dicen que la sífilis de nuevo será incurable
y que nuestros hijos pueden soñar en ser economistas o/o dictadores.

<-- >